Para La Mona

Su nombre, La Gioconda (La alegre, en castellano y La Joconde en francés), deriva de la tesis más aceptada acerca de la identidad de la modelo: la esposa de Francesco Bartolomeo de Giocondo (un acaudalado comerciante), que realmente se llamaba Lisa Gherardini, de donde viene su otro nombre: Mona (señora, en el italiano antiguo) Lisa.
Si bien la hipótesis más fuerte es que el cuadro es un retrato de Lisa Gherardini, otras propuestas han sido que la modelo pudo ser una amante del propio Leonardo, un adolescente vestido de mujer, un autorretrato del autor en versión femenina o incluso, una simple mujer imaginaria.
De todos modos, el Museo del Louvre de París solo acepta como título original de la obra: El Retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, aunque no reconoce la identidad de la modelo y tan solo la acepta como una hipótesis.

Es el cuadro más famoso del mundo, la «joya» del Louvre, y lo visitan millones de personas al año. Y si bien, dada su fama, uno podría imaginar que este cuadro es imponente (hablando de tamaño, claro), es un óleo sobre tabla de álamo de no más de 77 × 53 cm. Leonardo lo pintó entre 1503 y 1519 a pedido del esposo de Lisa, Franceso, y lo retocó varias veces. Se considera el ejemplo más logrado de sfumato, técnica muy característica de Leonardo, que consiste en prescindir de los contornos netos y precisos y envolverlo todo en una especie de niebla que difumina los perfiles y le da a la figura una sensación tridimensional.
Leonardo da Vinci pintó a Mona Lisa buscando el efecto de que la sonrisa desapareciera al mirarla directamente y reapareciera solo cuando la vista se fija en otras partes del cuadro. El juego de sombras refuerza la sensación de desconcierto que produce la sonrisa. No se sabe si en verdad sonríe o si muestra un gesto lleno de amargura.
Para averiguar científicamente el estado de ánimo de la modelo cuando posaba, se aplicó un software especializado en la «medición de emociones» y se obtuvieron datos relevantes: la Mona Lisa estaba un 83 % feliz, un 9 % disgustada, un 6 % temerosa y un 2 % enfadada. ¡Wow! Espero que nunca me analicen a mí tan finito. Jejeje.
En el 2004 un grupo de investigadores de Canadá examinó la obra con un escáner de infrarrojos que les permitió apreciar detalles hasta ahora desconocidos: el velo de gasa fina y transparente, enganchado al cuello de la blusa, era una prenda que solían llevar las mujeres embarazadas o que habían parido recientemente. (Otros estudios suponen esto por la forma de esconder que tienen sus manos. Y no sería imposible ya que la historia dice que Lisa tuvo cinco hijos.) También concluyeron que la modelo pesaba 63 kilos y medía 1,68 m. y que no aparece ningún mensaje secreto en ninguna de las capas de la pintura, como se contaba en la novela El Código Da Vinci de Dan Brown. [Comentario aparte: Cuando leí este libro hacía tiempo que no leía algo tan adictivo, para mí, obvio. Fue de esos libros que recomendaba a todo el mundo, que no podía dejar de leer, de esos que me costaba dejar en la mesita de luz para irme a dormir, de esos que me paseaban por una ciudad hasta en mis sueños. Me resultaron hechizantes las descripciones minuciosas y cautivadoras que hacía el autor. ¡Me encantan esos libros que cuando te enamoran te desvelan! Amé.]
La Mona lisa se exhibe en una urna de cristal a prueba de balas diseñada para mantener una temperatura constante de 20° C y 50 % de humedad relativa, lo que garantiza las condiciones óptimas para la estabilidad de la pintura. Además del cristal a prueba de balas, cuando yo lo vi, el cuadro tenía apostados a dos guardias uno a cada lado, y varios policías alrededor.

No sé si notaron pero La Mona lisa no tiene ni cejas ni pestañas. Hay varias hipótesis: algunos expertos suponen que puede ser por una restauración demasiado agresiva en siglos pasados, otros sostienen que las cejas depiladas eran habituales en las damas de alcurnia florentinas, y otros dicen que Leonardo evitó pintar las cejas y las pestañas para dejar su expresión más ambigua, o tal vez porque nunca llegó a terminar la obra. Conclusión: nada definitivo.
EL ROBO
En 1911, el carpintero italiano Vincenzo Peruggia (exempleado del Museo del Louvre) llegó al museo a las 7 de la mañana, vestido con un delantal blanco como los que usaba el personal de mantenimiento, descolgó el cuadro, le sacó el marco y salió del museo con el cuadro escondido bajo su ropa. La pintura fue recuperada dos años y ciento once días después tras la captura de Peruggia, que alegó que su intención era devolver la obra a su verdadera patria (había intentado vendérselo al director de la Galleria degli Uffizi de Florencia)
LA COPIA |
¿Sabías que hay una copia de La Gioconda en el Museo del Prado de Madrid? Supuestamente fue realizada de forma simultánea al original por uno de los alumnos del maestro, siguiendo el mismo proceso de elaboración y bajo la supervisión y posible intervención del propio Leonardo. |
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