¿Sabés por qué?
¿Y para qué? ¿Y por qué? me preguntaron varios. ¿Porque no soy joven? ¿Porque no soy lo suficientemente buena en algo? ¿Qué podría perder? Entonces, hice caso omiso a todas las arengas de Mel Robbins, Garyvee y afines (populares creadores de ánimo – «life coaches» se diría – de Instagram): «Ya eres suficiente», «la edad no importa», «tienes mucho para dar», «avanza, aunque sea un paso por día, pero avanza», y una larga lista de etcéteras que enamoran el alma, que te llenan de coraje y autoestima. Y mis amigas, las de verdad, las que me comprenden siempre, las que me quieren con el corazón, me dieron el último empujón: «¡Qué bueno Doris!», ¡»Dale, dale!», «Si necesitás ayuda, contá conmigo».
Me gusta viajar, escribir, comunicarme (sin que el idioma sea una barrera infranqueable), sacar fotos, contar, (me gusta hablar – esto lo dice mi profe de Francés y algunos otros. ¿Será? Jejeje), me gusta saber, cuento con una curiosidad insaciable y además tengo alma de maestra ciruela. Entonces pensé: «La vida es corta. ¿Qué sé? ¿Qué puedo dar?«, «¡¿Por qué no?!».
Empecé a prepararme hace meses: hice un curso de Marketing Digital como primera medida, y vi muuuchos tutoriales en Youtube para desasnarme, aunque sea de lo básico. Y armé este sitio, este espacio digital que hace meses pasea por mi cabeza y camina por mis dedos, al que le dediqué y le dedico lo mejor de mí, como siempre, mucho tiempo, trabajo y amor, el que me demanda conocimientos técnicos de programación, computación, plugins, widgets, SEO y otras yerbas que ni sabía que existían. Pero…. sarna con gusto no pica, no?
Cada uno da lo que tiene. Y el que no da, quizás no sea por egoísmo, quizás crea que no tiene nada para dar. Seguro se equivoca.
¿Hay algo que te gustaría hacer si no fuera porque ……? (poné la razón o la excusa que quieras. Vos sabés.)
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