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Trata bien sin mirar a quién

¿Viste que hay situaciones en la vida que uno olvida y hay otras que no?

Bien, recuerdo que el día anterior a dejar el hotel de París le pedimos al conserje que nos pidiera un taxi para las cuatro de la mañana del día siguiente (teníamos que estar en el aeropuerto muuuuy temprano). El señor, que no parecía francés sino más bien sirio y que se notaba que el francés no era su lengua madre, llamó por teléfono a un servicio de remisses. Pero cuando el precio que le pasaron le pareció demasiado elevado, prefirió seguir haciendo llamadas hasta encontrar una empresa que le pasara un presupuesto sensato por el viaje al aeropuerto.

Me pareció un detalle ENOOORME que se estuviera dedicando con tanto esmero y consideración para evitar que se abusaran económicamente de unos turistas «cabecitas» como nosotros, de SUS huéspedes. Yo estoy consciente de que se esmeran por cuidar la reputación del hotel. ¡Pero yo aprecio tanto a esa gente que se pone en los zapatos del turista! A esa gente que tiene muy en claro que uno juega de visitante, que está en total desventaja, y que el VAR está arreglado (jejeje).

No es la primera vez que me pasa pero para mí esos actos son inolvidables, son los que imprimen en mi mente el concepto positivo de la ciudad e incluso del país que visito y, además, son los que me terminan de decidir a la hora de volver a elegir o recomendar un hotel o una ciudad.

Hace poco leí algo así: «La gente te recuerda por cómo la trataste.» ¡Correctoooo!

– LAS PALABRAS, LOS ACTOS – Si buenos, si valiosos ¡cómo me llenan el alma! ¡Cuánto optimismo me inyectan!

Lo vuelvo a decir: HAY MÁS GENTE BUENA QUE MALA. LAMENTABLEMENTE LOS MALOS HACEN TAAANTO DAÑO QUE PARECEN MAYORÍA, PERO NO LO SON.

En el hotel de Barcelona me pasó algo similar. Lo primero que dijo la recepcionista fue “¡Bienvenidos! ¡Los estábamos esperando!”. Calor a mi corazón, caricias a mis oídos y energía para el resto del día. Que el «¡Welcome!» sea sentido, no tiene precio.

Insisto: ¡Qué importantes son las palabras! Tienen mucho más valor de lo que algunos creen. Y mucho más las cálidas, las acogedoras, las de bienvenida. Amé.

¿Tuviste alguna experiencia similar? Contame. Compartilo. Quizás tus palabras le den calor al alma de alguien que hoy lo necesita.

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