Y sigo coloreando mis sueños

Y sigo coloreando mis sueños, en mi cara.

Y que los sueños, sueños son. Sí. Obvio. Claro. Todo es lo que es. El tema es que algunas cosas se proyectan para adelante y otras ya no.

El camaleón cambia de color para camuflarse. Sabés porqué, no? ¡Para sobrevivir! Para hacerse invisible delante de su depredador. Sea cual fuere, creo que todos sentimos que ahí afuera (o adentro) hay algún peligro, cerca o lejos, real o imaginario, lógico o ilógico.

Colorear mi rostro es como darle vida a algo que lucha por no desaparecer.

Es como borrar con color las lágrimas una y mil veces derramadas, por tristeza, por impotencia, por alegría o, simplemente, por empatía.

La empatía y la tristeza que me atraviesan los niños y niñas que no comen porque la vida, el destino, el estado o los padres así lo decidieron por ellos.

Como también los niños y niñas que deciden no alimentar la vida para que no continúe, simplemente porque perdieron el interés por ella. Ya no la ven como un tesoro preciado al que hay que cuidar y nutrir.

Ya no la ven como la oportunidad de ser felices sino más bien todo lo contrario. Su ceguera puede deberse a muchas razones.

Sin embargo, la que más me incomoda, la que más agita mi templanza e, incluso, la que más me enerva, es que el origen del desinterés sea el desinterés y la indiferencia de los otros, de los que deberían amarlos más que a nada en el mundo y velar por ellos por encima de cualquier individualismo egoísta.

Disimular mis lágrimas ya secas no es tarea fácil (con las húmedas un simple pañuelo puede hacer maravillas) y menos a medida que pasan los años.

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Los rastros se vuelven más profundos y más difíciles de disimular. Requiere de un esfuerzo sobrehumano abrir los ojos para colorear exitosamente cual Picasso cualquier rastro de dolor presente o antiguo.

Entonces, si a veces, y solo a veces, logro las pinceladas más bellas y artísticas en mí, ¿cómo podría yo lograr colorear otros rostros, otras vidas, las de los más pequeños e indefensos, las víctimas primarias de nosotros los “humanos” “adultos”?

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